Si alguna vez te has imaginado cómo sería adaptar una obra de Stephen King mientras se hace un remake de un clásico de ciencia ficción de los años 80 protagonizado por Arnold Schwarzenegger, podrías terminar siendo un híbrido de dos mundos completamente distintos. The Running Man, la nueva versión dirigida por Edgar Wright, busca precisamente hacer eso, pero el riesgo de este enfoque dual es que, a veces, parece quedar atrapada en el medio de la carretera, sin decidir cuál de sus dos influencias prefiere abrazar.

Esta nueva versión de The Running Man tiene mucho de las iteraciones anteriores, comenzando por la novela original de Stephen King, escrita en los años 80 bajo el seudónimo de Richard Bachman. El libro es una obra oscura y melancólica de ciencia ficción, donde no hay espacio para la esperanza. Sin embargo, la película de 1987, protagonizada por Schwarzenegger, optó por tomar un enfoque de acción desenfrenada, alejándose del tono sombrío del libro en favor de la adrenalina pura.

Es precisamente este contraste el que hace que la nueva versión de The Running Man sea una tarea difícil de evaluar. Por un lado, se quiere rendir homenaje a la obra original de King, con un enfoque más serio y reflexivo, mientras que, por otro, la película debe mantener esa energía vibrante y entretenida de los clásicos de acción de los 80. Y aunque la película logra equilibrar estos dos aspectos, no siempre lo hace con éxito.

Uno de los puntos más fuertes de The Running Man es sin duda el elenco, comenzando con Glen Powell. En su primer papel protagonista en una película de acción, Powell hace un trabajo sólido como Ben Richards, el hombre común que se convierte en un símbolo revolucionario. Su interpretación logra mezclar ira con vulnerabilidad, siguiendo los pasos de héroes de acción como Harrison Ford, pero con un toque más moderno. Aunque su versión de Richards es menos arrogante que la de Schwarzenegger, Powell lo hace funcionar, aunque quizás la versión más confiada y audaz del actor (como en Top Gun: Maverick) hubiera sido más interesante.

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Pero el verdadero robo de escenas es Colman Domingo, quien interpreta a Bobby Thompson, el maestro de ceremonias del macabro show de The Running Man. Domingo se luce con su interpretación, aportando una energía vibrante y un carisma único al personaje. Su actitud despiadada y su forma de manipular a la audiencia se convierten en el punto de referencia para el espectáculo en sí, y su presencia en pantalla es de lo más atractivo de la película.

A pesar de las expectativas que generó la inclusión de Edgar Wright en el proyecto, su estilo visual y narrativo no está presente de manera consistente. Es cierto que hay destellos de su característico enfoque ingenioso en algunos momentos, como la secuencia de apertura o la toma de drone que sigue a Ben a través de un edificio. Estos son ejemplos claros del lenguaje visual por el cual Wright es conocido: una narración fluida, llena de detalles visuales que ayudan a contar la historia de manera efectiva.

Sin embargo, este tipo de secuencias son más bien aisladas a lo largo de la película. Mientras que en sus anteriores trabajos (Baby Driver, Shaun of the Dead), Wright logra crear una atmósfera única que atraviesa toda la película, aquí parece que la narrativa se aleja de su toque distintivo en muchas partes. En lugar de eso, la película a menudo cae en una narrativa más convencional y lineal, lo que la hace perder algo de la frescura y el dinamismo que uno esperaría de un director como Wright.

El mayor problema de The Running Man es su incapacidad para decidir qué tipo de película quiere ser. Como sátira de ciencia ficción, no llega a ser lo suficientemente extravagante o absurda. Para que una sátira de este tipo funcione, necesita crear una distancia clara entre la realidad y el mundo ficticio que presenta. La distopía futurista que vemos en la película, plagada de pobreza extrema, crisis sanitarias y gobiernos autoritarios, no se siente tan “futurista” como debería, sino demasiado cercana a nuestra propia realidad. Esto hace que la película no logre esa crítica mordaz que la sátira necesita para realmente resonar.

Por otro lado, cuando la película intenta ponerse seria y tratar temas más dramáticos, se siente demasiado forzada. Las secuencias más intensas, donde los personajes luchan por sobrevivir en un sistema corrupto, carecen de la sutileza necesaria para generar la tensión emocional adecuada. A menudo, el tono se vuelve excesivamente pesado, y no hay espacio para la liberación emocional que estas escenas requieren. Esto es particularmente evidente en la interpretación de Josh Brolin como Dan Killian, el villano de la historia. Aunque cumple con el papel de ejecutivo despiadado, su arco de villano se siente poco creíble, especialmente cuando llega a su inevitable caída.

En cuanto a la acción, The Running Man de 2025 no logra dejar una huella memorable. Hay momentos de adrenalina pura, como la explosión en el puente o las persecuciones intensas, pero no hay nada particularmente innovador o impresionante. No hay escenas que queden grabadas en la memoria, como las persecuciones de Baby Driver o las peleas de Mad Max: Fury Road. La falta de momentos realmente impactantes en la acción impide que la película se convierta en un referente dentro del género.

The Running Man 2025 es una película que intenta hacer tres cosas a la vez y, aunque las hace decentemente, no se decide por ninguna de ellas. Tiene el potencial de ser una sátira feroz, una historia de acción inolvidable y un drama profundo sobre los peligros de un sistema corrupto, pero no se compromete completamente con ninguno de estos aspectos. A pesar de sus momentos brillantes, como las actuaciones de Glen Powell y Colman Domingo, y las tomas visualmente impactantes, la película se siente atrapada entre dos versiones muy diferentes de la misma historia. Edgar Wright demuestra ser un director talentoso, pero aquí no logra alcanzar su máximo potencial.

En última instancia, The Running Man es una película que ofrece un entretenimiento decente, pero que no logra aprovechar al máximo el material de Stephen King ni las posibilidades de su propio concepto. Un juego lleno de acción, pero con un mensaje que se queda a medio camino.

Veredicto: Tres tocinos y medio llenos de ira, dispuestos a enfrentarse al sistema y hacer todo lo posible por mejorar la vida de su familia tocinera.

3 tocinos y medio


Written By

Marisol Mancilla

Diseñadora y editora | Amante del cine | Leo cómics y veo anime.