Tocinómetro: Cobra Kai, temporada 6
A lo largo de los siete años que Cobra Kai ha estado en emisión, llegando finalmente al final de su épica saga de artes marciales, muchas cosas han cambiado epero mi amor por la serie sigue siendo fuerte como el primer día. Desde sus humildes comienzos en YouTube Red, una plataforma que ya no existe, hasta su explosivo ascenso en Netflix, que la catapultó al mainstream, la serie ha dejado una huella imborrable.
Tras seis temporadas de Cobra Kai, los personajes principales han experimentado una evolución notable. Lo que empezó como una historia centrada en Johnny Lawrence, quien usaba sus habilidades de karate para enfrentarse a un grupo de niños bullies y en la eterna rivalidad con Daniel LaRusso, pronto maduró y comenzó a abordar temas mucho más profundos y complejos. A pesar de que la serie ha mantenido su característico humor y su toque de payasadas, especialmente en los episodios finales, ha logrado encontrar un equilibrio perfecto entre momentos de diversión y otros de gran intensidad. En particular, la Parte 3 logra capturar la esencia de la película original de 1984, mientras prepara el terreno para una conclusión emocionalmente satisfactoria y cargada de significado.
La serie se encamina hacia su cierre con el torneo Sekai Taikai, que juega un papel crucial al generar tensión y drama, haciendo que las historias de los personajes lleguen a una conclusión que honra todo lo desarrollado en las temporadas anteriores. Mientras algunos personajes nuevos fueron relegados, el enfoque en los personajes principales permitió una resolución catártica que dio cierre a sus arcos de manera ordenada y satisfactoria. La historia culmina con la caída de los villanos y el ascenso de los héroes, demostrando la resiliencia y el crecimiento personal de cada uno de los protagonistas.

El final de Cobra Kai no es solo un cierre de una saga; es también un tributo a las películas que lo inspiraron. En especial, la relación entre Daniel y Johnny se cierra de una manera que hace justicia a la historia que comenzó en 1984. Si bien Cobra Kai ha explorado los aspectos más oscuros de sus personajes y sus pasados, también resalta cómo los dos héroes han cambiado y madurado a lo largo de la serie. Johnny, quien comenzó como el adolescente impulsivo de los años 80, se convierte en un personaje más reflexivo y con una creciente autocomprensión, mientras que Daniel, fiel a las enseñanzas de su sensei Miyagi, encuentra un equilibrio más profundo en su vida y su rol como mentor.
Es cierto que la división final de la temporada en tres partes puedo evitarse o bien mejorar varios episodios de la parte 1 y 2, esto le dio al programa la oportunidad de explorar diversas emociones y temas, cada uno con una atmósfera distinta. La Parte 1 sirvió como introducción a los desafíos del torneo, mientras que la Parte 2 profundizó en la competencia y sus consecuencias, culminando en un giro trágico. Finalmente, la Parte 3 ofreció la mayor satisfacción, con un emotivo desenlace que ofreció tanto una resolución de las tramas como una mirada hacia el futuro, sin dejar de respetar la esencia de lo que hizo grande a Cobra Kai.
A pesar de algunas críticas sobre lo fragmentada que podría sentirse la estructura final, el uso del tiempo restante fue sumamente efectivo. Los personajes que llegaron más tarde en la serie, aunque algo relegados, no opacaron el legado de los personajes originales, quienes continuaron como los verdaderos motores de la historia. La narrativa vuelve a sus raíces en el Valle de San Fernando, ese espacio mítico que, entre Cobra Kai y las películas de Karate Kid, se ha transformado en un escenario casi legendario. Allí, tanto Johnny como Daniel encuentran su redención y su propósito, enseñando lo que significa ser un verdadero sensei.
Los momentos más emocionantes de estos episodios finales no solo provienen de la acción y los combates del torneo, sino también de la interacción entre los personajes más veteranos. Johnny y Daniel, a pesar de sus diferencias, logran entender y aprender el uno del otro, algo que se hace evidente en las escenas finales, cuando comparten una comida tranquila de sushi. Este pequeño pero significativo acto refleja cómo, después de tantos conflictos y desafíos, ambos han llegado a un entendimiento mutuo y se han convertido en aliados, más allá de la rivalidad que los unió originalmente.

Casi 40 años después de la película original, Cobra Kai logra entregar una conclusión épica y satisfactoria. Los personajes no solo luchan contra sus propios demonios, sino que también enfrentan el legado de la historia de Karate Kid, cerrando círculos de forma memorable. La serie termina de manera firme, pero con la puerta abierta a futuras historias. Mientras el final se siente como un cierre para los personajes principales, también da espacio para reflexionar sobre lo que sigue, con un tono optimista que invita a pensar en un futuro lleno de posibilidades.
Los actores nos demuestran cuánto han aprendido a interpretar a sus personajes, siendo William Zabka el que cierra el arco de su personaje de manera impresionante. Ralph Macchio y Courtney Henggeler se complementan a la perfección. Yuji Okumoto agrega este toque divertido entre Daniel y Johnny. Por otro lado, los actores más jóvenes cumplen bien con su parte, Xolo Maridueña, Tanner Buchanan, Mary Mouser, Peyton List y Jacob Bertrand.
Aunque era de esperar que todo volviera a The Valley, la mayoría de los elementos predecibles de la historia terminan allí. Parece que todos terminan donde deberían estar. Es un final sólido que también parece listo para continuar, lo cual es bueno si uno está atento a posibles spin-offs (mientras también nos dirigimos a Karate Kid: Legends en mayo, ambientada tres años después de Cobra Kai). De todos los proyectos de secuelas heredadas que surgieron en los últimos 20 años, este podría ser el más gratificante.
Cobra Kai ha sido una serie sobre equilibrio y legado. Una historia sobre desaprender y aprender. A pesar de sus muchos defectos, sigue siendo una de mis series favoritas porque ha logrado contar una historia épica que continúa la de una de mis franquicias cinematográficas favoritas, llevándola a una nueva generación. Me ha presentado a grandes talentos que estoy ansioso por ver fuera de Cobra Kai. Es un drama deportivo brillante y un análisis interesante sobre la disonancia de valores entre los años 80 y las décadas de 2010/2020, con resultados mixtos, pero en su mayoría exitosos.

La recomiendo cinéfilos sobre todo si son fans de estos personajes y películas, los invito a escribir su veredicto en los comentarios.
Veremos qué depara el futuro para el universo de Karate Kid, pero por última vez, díganlo conmigo:
COBRA KAI NEVER DIES.
Veredicto: cuatro tocinos que te atacan primero, te atacan con fuerza y no muestran ninguna misericordia.

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