Cuando Danny Boyle y Alex Garland revolucionaron el cine de zombis en 2002 con 28 días después, lo hicieron con una crudeza incómoda y un minimalismo devastador. La imagen de un Londres vacío, donde un hombre recoge billetes inútiles entre el viento y la basura, sigue siendo una metáfora brutal de la fragilidad del orden humano. Dos décadas más tarde, los creadores regresan con 28 Years Later, una secuela que no se limita a resucitar su propio legado: lo subvierte.

Lejos del frenesí urbano de las entregas anteriores, la historia nos traslada a Holy Island, una comunidad aislada frente a la costa noreste de Inglaterra que sobrevive cultivando su propia comida, fabricando su cerveza y cazando zombis con arco y flecha durante la marea baja. Este refugio, que combina ecos de la Edad Media con paranoias contemporáneas, se convierte en el escenario para un relato más íntimo que apocalíptico.

El protagonista es Spike (Alfie Williams), un niño de 12 años que cuida de su madre enferma (Jodie Comer) y venera a su padre cazador (Aaron Taylor-Johnson). Cuando Spike desafía las reglas de su aldea para buscar una cura en el continente, el viaje que emprende deja de ser solo una odisea de supervivencia: es un rito de paso, un camino hacia la madurez en medio de un mundo que parece haberse rendido a la brutalidad.

28-Years-Later

Ralph Fiennes se suma al elenco con un papel determinante: interpreta a Ian Kelson, un enigmático estratega militar del continente cuya visión pragmática y despiadada del futuro contrasta con la inocencia de Spike. Su actuación, contenida y magnética, aporta una capa de ambigüedad moral que eleva el conflicto central: ¿vale la pena preservar la humanidad si para sobrevivir debemos renunciar a lo humano?

Boyle, fiel a su espíritu provocador, añade a la atmósfera un inesperado contraste cultural, la influencia de los Teletubbies como símbolo de una inocencia perdida, además de material de archivo de películas de guerra británicas que se intercala con escenas del propio entrenamiento de Spike en la aldea. Esta yuxtaposición entre la ternura artificial del entretenimiento infantil, la violencia real del pasado y la brutalidad del presente potencia el carácter alegórico del filme.

28 Years Later es, además, la primera de tres películas que conformarán una nueva saga, destinada a expandir el universo iniciado en 2002. Aunque el filme a veces se dispersa con críticas religiosas apenas esbozadas, experimentos visuales que no siempre funcionan y un ritmo que oscila entre la introspección y la acción abrupta, destaca por su capacidad para sorprender en una era dominada por franquicias previsibles. No se contenta con prolongar la historia: reflexiona sobre lo que significa seguir adelante después de tanto horror. Su desenlace, marcado por un memento mori inesperadamente conmovedor, recuerda que incluso en un mundo devorado por la violencia, detenerse a lamentar puede ser el acto más radical de todos.

Veredicto: Tres tocinos y medio

3 tocinos y medio

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Marisol Mancilla

Diseñadora y editora | Amante del cine | Leo cómics y veo anime.