Nosferatu es un clásico de culto, es una experiencia escalofriante e inquietante y un verdadero caso de puesta en escena artística.

Tenía años sin ver la película, así que ahora con el octubre cinéfilo me dispuse a verla para recomendárselas. Recordemos que es una película de 1922, los primeros veinte minutos más o menos tienen un ritmo lento y siento que la película hubiera sido mucho mejor si se registrara en un hora en lugar de hora y media. Una vez que aparece Orlok, la película se vuelve genial de inmediato. Dudo que haya una escena que involucre a Orlok que no haya entrado en nuestra conciencia cinematográfica colectiva. Ahora recuerdo y digo, “el momento en que Orlok entra por la puerta y su cabeza casi la toca. Orlok saliendo del ataúd. Orlok reaccionando a la sangre”.

El filme se sitúa en el año 1838, en la ciudad de Wisborg vemos a una joven pareja conformada por Hutter y su mujer Ellen. El oscuro agente inmobiliario Knock decide enviar a Hutter a Transilvania para cerrar un negocio con el conde Orlok. Se trata de la venta de una finca de Wisborg, que colinda con la casa de Hutter, quien se dispone a realizar un largo viaje hasta llegar con el conde. Una vez en el castillo, es recibido por el siniestro conde. Orlok es excéntrico y siniestro. Se niega a comer. Duerme de día, en un ataúd. Durante la cena Hutter se corta accidentalmente el dedo, Orlok intenta chuparle la sangre de la mano. Al día siguiente, Hutter amanece con dos pequeñas marcas en el cuello, que interpreta como picaduras de mosquito. Una vez firmado el contrato, descubre que el conde, es en realidad, un vampiro. El colmo es cuando Orlok ve una foto de la esposa de Hutter; elogiando la “hermosa garganta” de Helen. Por lo que Hutter teme por su esposa Ellen y se escapa del castillo. Orlock se embarca en un bote hacia Wisburg para acecharla y darse un festín con la sangre de la gente del pueblo.

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Si esta trama te suena familiar, es porque es casi idéntica a la de la novela “Drácula” de Bram Stoker, con algunos cambios menores.

Sin embargo, aunque hoy se celebra por su ingenio, a los cinéfilos casi se les niega la oportunidad de ver “Nosferatu”, debido a una disputa sobre cuán nuevas eran realmente sus ideas. Cuando la viuda de Stoker, Florence, se enteró de la película, trató de demandar, solo para descubrir que a la productora de “Nosferatu”, Prana-Film, no le quedaba dinero. Después de tres años en los tribunales, un juez de Berlín dictaminó que todas las copias de la película debían ser destruidas. La orden siguió en Alemania, pero las copias de “Nosferatu” ya habían llegado a los Estados Unidos, donde “Drácula” era de dominio público.

Nosferato fue dirigida por Director: F. W. Murnau quien emplea técnicas como stop motion, cámara rápida, cortes cruzados sofisticados e imágenes negativas en una de sus escenas. Murnau murió en un accidente automovilístico en 1931, a los 42 años, y no vivió para ver cómo su película se convertía en un clásico de culto. La reputación de la película se aceleró en la década de 1960, cuando los derechos de autor de “Drácula” expiraron en todo el mundo y “Nosferatu” pudo proyectarse en todas partes.

A lo largo de las décadas, “Nosferatu” ha inspirado a cineastas, artistas, músicos y diseñadores, con la figura de Orlok apareciendo en lugares tan variados como el videojuego “Red Dead Redemption 2” y como un chiste visual en un episodio de “SpongeBob SquarePants”. Werner Herzog estrenó su inquietante y romántica nueva versión, “Nosferatu the Vampyre”, en 1979, mientras que “Shadow of the Vampire”, de E. Elias Merhige, estrenada en 2000, vuelve a imaginar la producción de la película si su actor principal Max Schreck, fuera en realidad un vampiro. Orlok incluso sirvió como una musa para los diseñadores de moda holandeses Viktor y Rolf, quienes este año presentaron una colección “Nosferatu chic” en la pasarela de París.

La película está repleta de tomas icónicas e instantáneamente atemporales que utilizan magistralmente las complejidades de la luz para dar profundidad y tono a las locaciones y decorados. Los directores de fotografía Fritz Arno Wagner y Günther Krampf utilizan tomas de ángulo bajo y de punto de vista para mostrar la presencia inminente de Orlok en el mundo. Max Shreck como el Conde vampiro es genial, su figura larga, su altura imponente le dan una cualidad inhumana, al igual que sus movimientos rápidos, uñas demasiado grandes y su tez pálida.

Hoy en día no da tanto miedo pero si te persigue en los recuerdos. Han pasado varios días desde que la vi y, sin embargo, mi mente vuelve con frecuencia a una escena en la que Ellen señala desesperadamente al otro lado de la calle hacia la vieja mansión abandonada y vemos al vampiro en la ventana. Mirándola, mirándonos. La idea de saber que siempre está ahí, esperándote, en el lugar en el que eres más vulnerable, es una idea tan aterradora como cualquier otra que se ofrezca en el cine moderno.

Verecito: Cuatro tocinos y medio, pálidos pero de muy buen sabor.

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Marisol Mancilla

Diseñadora y editora | Amante del cine | Leo cómics y veo anime.