Frankenstein: el vestuario gótico de Kate Hawley da vida a una nueva era del monstruo
Guillermo del Toro vuelve a colaborar con la diseñadora de vestuario Kate Hawley, su cómplice creativa en La cumbre escarlata, para construir el universo visual de su próxima película: Frankenstein.
Cuando Hawley recibió la llamada, no lo dudó. Como amante del romanticismo y exestudiante de historia del arte, regresó de inmediato a las páginas del clásico de Mary Shelley. “Saber que íbamos a emprender este viaje con Guillermo significó muchas cosas maravillosas: tanto inquietud como emoción”, confiesa.
En esta nueva visión, Oscar Isaac interpreta a Victor Frankenstein, un científico brillante y obsesionado con desafiar a la muerte. Su experimento da vida a una Criatura (interpretada por Jacob Elordi) que lo enfrenta con su propia naturaleza. Mia Goth es Elizabeth, Ralph Ineson encarna al Profesor Krempe y Christoph Waltz interpreta a Harlander. El reparto lo completan Felix Kammerer, Lars Mikkelsen, David Bradley, Christian Covery y Charles Dance.
Ambientada en la Guerra de Crimea, en la década de 1850, la película expande la escala del universo gótico de del Toro. “Guillermo tenía claro que quería un mundo más grande, más grandioso de lo normal”, explica Hawley.
Aquí, Hawley analiza la apariencia de los personajes que creó.
Victor Frankenstein

Para crear la estética de Victor, del Toro y Hawley exploraron referencias tan dispares como David Bowie y Prince. “Queríamos reflejar un espíritu bohemio, un científico-artista que encuentra su musa”, comenta la diseñadora.
Los primeros años de Victor evocan la época de la Ilustración, un guiño directo al mundo de Mary Shelley. Pero hacia 1850, su estilo se vuelve más decadente. “Sus terciopelos son viejos y desgastados; cuentan la historia de alguien que se ha quedado sin dinero, pero conserva su elegancia”, dice Hawley.
Cuando conoce a Harlander, la opulencia regresa: los tejidos se vuelven más ricos y los cortes más extravagantes, reflejando su ascenso temporal y su inevitable caída moral.
El vestido de novia de Elizabeth

El vestido de novia de Elizabeth fue una de las primeras piezas que Hawley diseñó. “Sabíamos que ese vestido unía toda la historia”, explica. Inspirado en la estética victoriana y los ecos anatómicos del monstruo, el traje combina romanticismo y horror con precisión quirúrgica.
El corpiño suizo, las cintas en los brazos y el corsé recuerdan estructuras óseas, mientras que el color y las texturas evocan la fragilidad del cuerpo humano. “Volvemos al lenguaje anatómico”, dice Hawley.
Su vestido azul, confeccionado con más de 60 metros de tela, se inspiró en una radiografía transformada en patrón textil. “Queríamos capturar la naturaleza efímera y etérea de Elizabeth. Guillermo deseaba que el azul mantuviera su intensidad incluso en escenas nocturnas”, comenta la diseñadora.

Mia Goth como Elizabeth en “Frankenstein.”
Colaboración con Tiffany’s
Para las joyas, Hawley vivió lo que describe como su “cuento de hadas personal”. Tiffany & Co. la invitó a explorar sus archivos históricos y seleccionar piezas que reflejaran dos siglos de diseño. Entre ellas destacan el collar Wade, con más de 40 quilates de diamantes, y el collar escarabajo de Louis Comfort Tiffany.
“Todo ese lenguaje —la anatomía, la botánica, la luz— empezó a encajar con nuestra narrativa visual”, señala.

La criatura

La vestimenta de la Criatura refleja una evolución constante. Al despertar tras la explosión del laboratorio, recupera un abrigo de un soldado caído en la Guerra de Crimea. “Esa prenda lleva la huella de otro cuerpo. La Criatura está compuesta de muchos, y queríamos que su ropa también contara esa historia”, dice Hawley.
En su desnudez inicial hay inocencia; en sus harapos, memoria. “Cuando recoge el abrigo del esqueleto, la sombra del otro hombre aún permanece. Es la imagen de un ser que está aprendiendo a ser humano”, explica.
Con Frankenstein, del Toro y Hawley reinterpretan la tragedia de Shelley como una historia sobre creación, belleza y pérdida. Cada prenda respira historia y emoción; cada textura es una cicatriz.
El monstruo, como siempre en el cine de Guillermo del Toro, no está en la criatura… sino en el espejo.

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